martes, 19 de mayo de 2009

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De cómo cae la censura

Cambio toda la lluvia
Por un segundo de tu voz,
Que marque el inicio y el final
de la ceremonia de entierro
de mi alegría mohosa.

No me sirve de nada que llueva,
Si el agua del llanto,
Cae sobre el cilantro seco
De mi sonrisa especiada.

Pero… ¡llego la palabra!
Y donaste el deseo de Decir,
salvaste mi aliento a pirata.

Ahora, no paro más a sufrir,
Voy por el cementerio, feliz.
Tu voz aplastó mi mesura,

todo lo que digo, Nace
Todo lo que hago, Crece

Me desenterraste del cuerpo
Ahora puedo como todos los muertos,
morir.

1 comentario:

Baptista dijo...

Escatológica, de acá a Tangamandapio.